Paseador de perros – Estación Retiro, gente al trabajo
(imágenes: Creative Commons)
El Fede es vago con ganas. No laburó jamás, el chanta. No tiene la más pálida idea de lo que es transpirar la camiseta.
Y encima no le da vergüenza ser mantenido. Primero por los viejos y ahora por la mujer. No se sabe cómo viven con el sueldo de maestra de ella, pero de alguna manera se las arreglan para llegar a fin de mes.
Qué hace todo el día? Se rasca. El atorrante, me contó que a la mañana por lo general duerme. Cuando suena el despertador de la señora ni se levanta para cebar mate. Se da media vuelta y a seguir duermiendo. A eso de las diez y media arranca el día, desayuna, escucha la radio y se queda haciendo fiaca hasta pasado el mediodía. La mujer que trabaja turno mañana, vuelve del colegio, prepara la comida y después se pone a hacer un millón de cosas. Al vago en cambio, le toca la siesta hasta las cuatro.
La tardecita es para hacer sociales en el barrio y charlar en el taller mecánico de la esquina. Cuando empieza a oscurecer enfila de regreso para la casa y a mirar la tele para ponerse al día con las noticias. No es cuestión de ser un paria que no sabe ni dónde está parado.
Así, le llega otra vez la hora de comer y a la cama temprano porque el día lo agotó.
Eso sí el fin de semana, aunque se hizo para descansar, como un duque saca la parrilla al patio de atrás y prepara un asadito. No vaya a ser que le recriminen la falta de colaboración.